Cómo ser buenos

Hay una sensación agridulce cuando una serie de gran calidad termina. Por un lado la tristeza de despedirse de los personajes queridos, y por el otro la satisfacción de que ese gran final la eleve todavía más. Hay nueva contendiente en el top 5 de mejores series de la historia. Mucho más que un spin off, Better Call Saul supera a Breaking Bad saliéndose de la acción pochoclera para explorar una mayor densidad psicológica de personajes, permitirse el drama de cocción lenta y perfeccionar el arte de narrar series. La última mitad de temporada funciona como varias películas indies de enorme calidad.

Al elegir continuar en el universo de Breaking Bad luego de ese éxito sensacional, Vince Gilligan subió la apuesta con valentía sin alejarse de la temática. Breaking Bad parte de la premisa «¿cómo un hombre bueno se vuelve malo?»; pregunta que los creadores responden con maestría, sin saltearse un solo paso del recorrido. Lo mismo hacen con Better Call Saul, pero la pregunta en un principio parece más abierta: «¿Qué es ser bueno?».

En sus primeras tres temporadas, el carisma, gran corazón y humanidad de Jimmy Mcgill se confronta con la frialdad, rectitud y severidad de Chuck, su hermano honesto. Como si la legalidad fuera sinónimo del bien. Esa pulseada entre hermanos los va hundiendo a los dos moralmente hasta un final trágico, que puede leerse como un jaque mate: Chuck pierde la vida pero gana la discusión. Jimmy deberá cargarlo en su conciencia por siempre.

¿A dónde ir después de eso? La serie se reinventa nuevamente, convirtiéndose en una historia de amor increíble. Kim, tan rígida como Chuck, es seducida por el espíritu lúdico de Jimmy, un hombre incorrecto y, tal vez, incorregible, que la saca de su vida estructurada. Ella también quiere portarse mal. Como en toda pareja, ambos se influyen el uno al otro. Cada vez se comprenden más y se juzgan menos. ¿Será Kim la que lleve a Jimmy por el buen camino o él quién la arrastre al «lado oscuro»?

Kim renuncia al dinero corporativo para ayudar al ciudadano común, lo que le permite en compensación divertirse un poco con Jimmy. Él usa sus malas armas para hacer el bien en los proyectos de Kim. Así, cada quien encuentra su manera de equilibrar la balanza. ¿Qué es el bien y el mal en estos escenarios? Difícil saberlo.

Todo llega a un límite cuando Kim decide dejar a Jimmy luego de la muerte de Howard. Es una traición que lo impulsa definitivamente a ser Saul Goodman. Con ella a su lado todo hubiera sido distinto. Saul se hunde en sus talentos al ritmo de Walter White, hasta que todo explota y pasa a ser Gene, un pobre tipo normal, como Ray Liotta en Buenos Muchachos. Sin embargo, cuando un taxista descubre su identidad, Gene debe volver a usar su arte y se tienta con el regreso de Saul. Es entonces que llama a Kim.

Ella también se está muriendo de aburrimiento. Ambos viven vidas tan grises como la elegante e inteligente puesta en escena, que revierte los típicos flasbacks en blanco y negro, convirtiéndolos en flash forwards. Kim ha puesto su vida en modo mediocridad con tal de castigarse por sus acciones pasadas. ¿Pero es eso suficiente? En ese llamado ella quiere ubicarse en un lugar de superioridad moral que no le pertenece. «Entregate», le dice, y es una nueva traición. ¿Es ella la indicada para juzgarlo? ¿Acaso no fue Kim la que inició la nueva venganza que llevó a la muerte de Howard, solo como hobby, a pesar de la resistencia de Saul? En cierto sentido, en aquel momento ella violó el pacto impulsandolo a él hacia «el mal». Y al dejarlo solo terminó corrompiendo a Jimmy. Por eso Saul le hace ver su hipocrecía y Kim acepta pagar sus deudas, afrontando verdaderas consecuencias para lavar su conciencia y demostrarle el camino correcto. Pero él ya fue dirigido hacia una nueva autodestrucción. Va a fondo con su enfermedad, arriesga todo sin razón, casi gritando ser descubierto para matar a Gene y brillar con las camisas de Saul. La misma pose arrogante que le mostró a Kim en el momento del divorcio.

Hay un problema en las series protagonizadas con antihéroes. ¿Qué hacer con ellos al final? Breaking Bad, Better Call Saul, Los Soprano y Barry se topan con la misma encrucijada (spoiler de esas series a continuación). Después de disfrutar de sus acciones criminales y hacernos empatizar con ellos por temporadas, sus creadores sienten la necesidad de condenarlos. La de Tony sucede cuando mata a Cristopher. Se distancian de él, como su psicóloga, que lo abandona. Walter White muere exitoso, pero solo y despreciado por sus seres queridos. Barry aun no terminó, pero en su tercera temporada la diversión se termina, todas sus víctimas lo persiguen y ya se hace difícil quererlo. ¿Qué postura tienen con Saul Goodman? Al estafar al enfermo de cáncer, todo indica que buscan desprendernos emocionalmente de él. Sin Kim a su lado, Jimmy elige tropezar con las mismas piedras. Pero no siempre. Él puede dar un nuevo paso hacia el mal. Lo vemos con el cable del teléfono al borde del asesinato de una señora indefensa que había confiado en él. Walter White cruzaría ese umbral sin problemas para nunca más volver atrás. Pero Saul retrocede. Pierde una batalla que podría haber ganado. Busca otro final.

Hay diferencias y similitudes entre Walter y Jimmy. Ambos eran menospreciados e iban a mostrarle al mundo de qué estaban hechos. En el capítulo final los muestran juntos en un subsuelo. Walter es adicto a resolver problemas, es como rascarse, una compulsion, algo que debe poner en orden, como lo respresentan en el episodio de la mosca. Chuck comparte una obsesión similar por la justicia. Y Jimmy, en cambio, lo hace por la diversión de hacer gala de sus talentos con la ropa estridente de un showman. Parece algo apenas menos compulsivo, tal vez por eso tiene opción de redimirse.

Cuanto encuentra la oportunidad de salirse con la suya, Saul se ríe como el Joker en su celda. Ha ideado un nuevo plan que le permetirá bajar su sentencia a siete años. Una genialidad absoluta. Sin embargo, cuando se entera de las consecuencias de su conversación telefónica con Kim todo cambia. Como en un juego de ajedrez (el mismo que jugaba con Chuck) ese diálogo generó una nueva movida. Kim desnudó sus pecados y se entregó a su destino, enmendando el error de su huida. Y al astistir a su juicio, le muestra de nuevo el camino correcto en su mirada fría. Jimmy entonces revive, y la sigue hasta su cadena perpetua, generándole un atisbo de sonrisa a su amada. Saul Goodman es condenado, pero por lo menos tiene su momento heróico con los presos cantando por él. En cierto modo, es también un pico emocional de la serie, que elige no soltarle la mano del todo. Al menos en la cárcel lo tratarán bien. Es un final romántico y agridulce, que acerca al personaje a una posible redención. Como dijo Chuck, nunca es tarde para arrepentirse.