La revolución será televisada

¿Qué serie estás viendo? La pregunta ya es tan común que compite con clásicos como el clima, las citas o la comida. Somos consumidores insaciables de ficción, clavamos un episodio tras otro, casi sin tiempo de reflexionar sobre lo visto. Las series nos invitan a pasar el rato con personajes conocidos, prácticamente amigos, mientras el cine deja de ser tema de conversación. ¿Por qué da pereza darle play a una película? No es cuestión de tiempo, porque tres capítulos después la cuenta da empate. Tal vez sea el nivel de involucramiento emocional que estamos dispuestos a tolerar. El cine busca dejar una marca, va por el knock out, pero son las series las que ganan por puntos. Si la batalla en el hogar está perdida, al menos queda la experiencia colectiva en pantalla grande; aunque si las plataformas y los complejos de cine se siguen peleando, al final perderemos todos. Los cinéfilos seremos relegados a una sala allá al fondo, a esperar los festivales o aprovechar la semana del festival de Cannes en Argentina, que comienza esta semana en el Gaumont. Mientras tanto, otro director de clase mundial como Tim Burton ha desembarcado en Netflix.

Nota de la Agenda de Buenos Aires https://laagenda.buenosaires.gob.ar/contenido/25831-la-revolucion-sera-televisada

El proyecto de adaptar a la familia Addams le calzaba justo. Merlina desconfía de los “normales”, siente que los padres quieren convertirla en ellos y escribe novelas sobre una detective lista, perceptiva y crónicamente incomprendida. Resulta prácticamente una autobiografía del pequeño Tim en los suburbios coloridos de Burbank. Aunque también podría decirse lo mismo de muchos de sus personajes. Burton es un especialista en retratar criaturas sensibles, oscuras y excéntricas que son rechazadas por la sociedad. Ya sea por tener manos de tijera, usar un traje de murciélago, fabricar chocolates o amar la Navidad en la tierra de Halloween. Como dijo el cineasta en el libro Lecciones de cine: “Sea cual sea el tema que abordes, siempre acabas adoptando un enfoque distinto con las mismas obsesiones. Es como una maldición que tratas desesperadamente de conjurar”. Por eso lo atrajo el personaje que interpreta Jenna Ortega, una excluida recién llegada a la secundaria: “Así me sentía en el baile de graduación, como un Carrie masculino”.

Sin embargo, este no es el debut de Tim Burton en la televisión. Ya había dirigido un episodio de la remake de Alfred Hitchcock Presenta en los ochenta, época en la que Steven Spielberg invitaba a dirigir a amigos como Clint Eastwood, Robert Zemeckis y Joe Dante en la recordada Cuentos Asombrosos. Hoy Guillermo del Toro honra a esos ciclos con su Gabinete de curiosidades en Netflix al mismo tiempo que estrena Pinocchio en cine. Un pie en cada formato, algo que antes no era tan común. En una época las estrellas de Hollywood no se codeaban con las de la televisión. Como si fueran clases sociales de fama, saltar a la pantalla grande era difícil y bajar a la tv era señal de que tu carrera estaba en peligro. Todo cambió a principios del siglo XXI, cuando HBO produjo tres de las mejores series de la historia: Los Soprano, The Wire y Six Feet Under. Como decía su slogan, eso no era televisión. Al menos no como la conocíamos.

LA NUEVA ERA DORADA DE LA TELEVISIÓN

Poco tiempo después la televisión pasó a ser el gran negocio donde se disputaba el bien más codiciado: la atención de los espectadores. Y las nuevas plataformas digitales tuvieron que alcanzar esos estándares de calidad para jugar en serio en el mercado de la ficción. Netflix necesitaba de un gran nombre y el elegido fue David Fincher. ¿Cómo lo convencieron? Follow the money, dirían en The Wire. Y está claro, pero más que eso fue darle una extraordinaria libertad creativa sin supervisiones. “Esto no es televisión porque no hay personas respirándote en la nuca diciendo cosas como ¡Recuerden que los niños aman los colores brillantes!”, dijo Fincher. House of Cards fue la game changer que inició la costumbre de maratonear episodios al estrenarlos todos juntos por primera vez. Fincher marcó el tono general de una serie que es incuestionablemente suya. Porque si Tim Burton repite con Merlina a su freak solitario, nadie sabe más de psicópatas que David. Es un director tan obsesivo como Kubrick que antes de Frank Underwood se fascinó con psicópatas en Pecados Capitales, Zodiac, Perdida y siguió estudiándolos luego en Mindhunter.

El eterno retorno de Scorsese en cambio son las historias de mafia. En la extraordinaria Boardwalk Empire daba notas sobre los guiones, en el montaje y filmó el piloto que costó casi veinte millones de dólares y le valió un Emmy como mejor director. Pronto Scorsese volverá al ruedo con una serie basada en Pandillas de Nueva York. Tal vez revisitar ese universo personal sea jugar seguro, aunque parece más parte de una compulsión. Como la que tiene Demien Chazelle, otro buen cineasta, que después de Whiplash y La La Land pasó a filmar músicos en formato series con The Eddy. Veremos qué suerte le toca ahora a Tim Burton, que encontró en Merlina otra oportunidad de expandir su mundo interior. También de relanzar su carrera, porque desde Frankenweenie, hace ya una década, que no hace una película a la altura de su talento.

Algo similar pasaba con Michel Gondry, otro gran artista visual que necesita de un buen guionista para sacar lo mejor de sí. En Kidding el francés volvió a su mejor forma junto a Jim Carrey, que tal vez pudo canalizar en ese payaso triste el dolor por el suicidio de su novia. Un papel hecho a la medida de su crisis existencial, oscuro y luminoso a la vez, en un drama disfrazado de comedia. “La principal diferencia de las series es que no hay final. En una película sabés que cada escena está orientada hacia ese final. Está en cada detalle, como en la vida, donde la conciencia de nuestra muerte nos modifica. La televisión no es así”, explicó Gondry. Él aportó su toque artesanal en una serie que parece suya, pero fue creada por Dave Holstein, con quien le costó convivir: “Era frustrante, como ir a la escuela y que la maestra te diga cómo hacer tu trabajo”. Lo mismo le pasó a Jean Marc Vallé, que tuvo una “competencia de gritos” con la showrunner Marti Noxon en Sharp Objects por no escuchar sus instrucciones.

Sin embargo, ciertas duplas creativas funcionan a la perfección. En Severance, Dan Erickson creó un mundo complejo que Ben Stiller supo potenciar. Cuando una premisa original cuenta con una ejecución a la altura de la idea, estamos frente a algo especial. Tal vez la mejor serie del año. Ben Stiller dirige demostrando que podrá competir como el mejor comediante de su época con Adam Sandler, pero como artista es otra cosa. Más acostumbrado a filmar comedias, encontró en las series la posibilidad de experimentar, algo que resulta natural en Steven Soderbergh, un director multifacético que después de The Knick hasta dudaba de volver a hacer cine: “Esto es television de autor, una persona a cargo de todo. Es un cambio filosófico que pone nerviosa a cierta gente”. Para producir The girlfriend experience, Soderbergh le preguntó a Cinemax qué numero les permitía hacer algo muy extraño sin perder plata y se adaptó a ese presupuesto. Así consiguió la tan ansiada libertad. “El negocio del cine basa sus decisiones en el miedo, y esa no es forma de ser creativo”.

SERIES DE AUTOR

Se podría decir que las películas son de los directores y las series de los guionistas. ¿Qué pasa entonces cuando un cineasta como David Lynch coescribe y dirige cada episodio de una serie? El resultado es Twin Peaks, la serie de autor por excelencia, muestra de la frondosa e inabarcable imaginación de este artista de ensueño que encontró en la televisión el mejor marco para explorar su tema recurrente: un retrato del lado oscuro de Estados Unidos a través del melodrama. Mucho antes de Lost, David tuvo a un país en vilo indagando en un misterio insondable con el truco de responder a cada pregunta con otra. Y no conforme con eso, veinticinco años después decidió regresar para revolucionar la televisión una vez más. Esa tercera temporada pasó desapercibida en las galas de premios tal vez por ser parecida a nada, solo a sí misma. Lo mismo sucede con Atlanta, una de las mejores series de la actualidad, y tal vez no sea casualidad. “Quise hacer una Twin Peaks con raperos”, dijo Donald Glover, el creador.

“Uno de los cineastas más talentosos de mi generación es David Fincher, pero no está en mi categoría porque yo escribo mis películas. Es otra cosa. Es mucho más fácil leer guiones y adaptarlos, pero al mirar atrás años después te preguntás ¿dónde está mi voz? Desapareció”. Así Quentin Tarantino marcó la diferencia entre un director y un autor en una entrevista de The New York Times. Un buen ejemplo es The Little Drummer girl, donde Park Chan-wook despliega su calculada puesta en escena para narrar la historia de espías de John Le Carré, y es el tono del escritor el que termina imponiéndose. La serie británica parece apenas un hijo adoptivo del genial director surcoreano. Esperemos que Park pueda imprimir su perverso sentido del humor a The Sympathizer, su próxima miniserie, y que no se sienta como otro trabajo por encargo.

Cuando un cineasta se expresa plenamente en una serie se nota. Una prueba de eso es Paolo Sorrentino, que aprovechó el formato para crear una obra personal y provocativa que viaja a su propio ritmo. En The Young Pope el italiano trasladó todos sus caprichos, deleites visuales y frases ingeniosas para ficcionalizar las bambalinas del Vaticano con desparpajo. Una serie de paladar exquisito. Sorrentino hizo lo que quiso y solo respetó una regla: dejar a la audiencia con ganas de ver otro capítulo. Después de The New Pope promete saciar esa sed al sugerir que será una trilogía. “No creo que la televisión y el cine estén compitiendo –dijo–, pero sí que en los últimos años lo mejor de la tv es como una extensión del cine. Te da la oportunidad de contar historias largas”.

¿EL CINE HA MUERTO?

“El arte del cine está siendo sistemáticamente devaluado, marginado, degradado y reducido a su mínimo común denominador, el contenido”. La advertencia se pudo leer en un ensayo de Scorsese en honor a Fellini. Los algoritmos ya deciden por nosotros y pronto lo harán con los directores, forzándolos a usar cierta cantidad de planos por minuto para no jugar con nuestra paciencia. Por suerte todavía hay excepciones, como Vince Gilligan que eleva la vara con una narración a fuego lento y puro lenguaje cinematográfico en Better Call Saul. Pero lo cierto es que la N roja se parece cada vez más a la vieja y conocida televisión. Al mismo tiempo, paradójicamente, son la salvación de Scorsese para poder hacer The Irishman mientras recomiendan al público que la vean en tres partes, como capítulos de una serie.

“El arte del cine está siendo sistemáticamente devaluado, marginado, degradado y reducido a su mínimo común denominador, el contenido”. La advertencia se pudo leer en un ensayo de Scorsese en honor a Fellini. Los algoritmos ya deciden por nosotros y pronto lo harán con los directores, forzándolos a usar cierta cantidad de planos por minuto para no jugar con nuestra paciencia. Por suerte todavía hay excepciones, como Vince Gilligan que eleva la vara con una narración a fuego lento y puro lenguaje cinematográfico en Better Call Saul. Pero lo cierto es que la N roja se parece cada vez más a la vieja y conocida televisión. Al mismo tiempo, paradójicamente, son la salvación de Scorsese para poder hacer The Irishman mientras recomiendan al público que la vean en tres partes, como capítulos de una serie.

“La experiencia en pantalla grande se terminó, pero no será olvidada”, sentencia David Lynch. ¿El futuro del cine estará en las series? Si es como el regreso de Twin Peaks nadie se va a quejar. De hecho, la revista Cahiers du Cinema la eligió como mejor obra audiovisual de la última década. “Es una obra maestra. Una película de dieciocho horas que es incomprensible y onírica de la forma más bella y aventurera”, coincidió Jim Jarmusch. Aunque suene extraño, puede que David Lynch sea mejor recordado por una serie. Y tal vez no sea el único. Como diría el agente Dale Cooper: “No tengo idea a dónde nos lleva esto, pero siento con seguridad que será un lugar maravilloso y extraño”.